La Guerra sucia en México, que desató
la represión del Estado el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971,
sirvió de algo además de incrementar el sufrimiento de los familiares de los
desaparecidos.
Liderado por la activista
Rosario Ibarra de Piedra, el museo Casa de la Memoria Indómita se convierte
entonces en un espacio dedicado a la difusión y comprensión del oscuro periodo
en donde la persecución política y la desaparición forzada eran las únicas vías
para eliminar la oposición al Estado.
En el museo se puede observar
una sala típica de los sesenta y
setenta, desde las vitrinas, los sofás y las carpetas bordadas esperando el
regreso de hijos y esposos desaparecidos, cuyas fotografías decoran la
estancia.
La Casa de la Memoria Indómita
pretende convertirse en un símbolo de gratitud y libertad.
Con
videos, audios y documentos, el recinto documenta e ilustra la Guerra sucia,
las matanzas del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, los sufrimientos
de las víctimas y las estrategias represivas del Estado, las batallas de los
familiares de los desaparecidos, las demandas pendientes, así como las secuelas
actuales del fenómeno.
Una
sala más está dedicada a las luchas del Comité ¡Eureka! y a sus logros, como la
amnistía conseguida mediante una huelga de hambre en 1978 o el haber roto el
mito, en el ámbito internacional, de que el Estado mexicano respetaba los
derechos de los ciudadanos.
También se expone la evolución del movimiento desde su etapa inicial, de lucha política, a la actual, de dimensión social. Así como las estrategias de grupos aliados más jóvenes —como H.I.J.O.S. México— para mantener el tema en la conciencia colectiva.
“No busques lo que no hay: huellas, cadáveres / que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa, / a la Devoradora de Excrementos”, dice otro fragmento de Memorial de Tlatelolco. Pero la Casa de la Memoria Indómita no se rinde; todo lo contrario.
El
museo Casa de la Memoria Indómita, en el cual se documenta y expone la lucha
que durante más de 35 años han encabezado las familias de los desaparecidos
políticos de la guerra sucia
Cuanto se habla en estos tiempos de presos políticos, de
desaparición forzada, de “guerra sucia”. Parece que la vieja jerga de la
disidencia política y el movimiento estudiantil de mediados del siglo pasado se
repite en pleno siglo XXI.
El Museo de la Memoria Indómita es el homenaje a los
desaparecidos políticos mexicanos cuya lucha social y política fue frenada
desde 1968 y hasta 1980, periodo denominado como la guerra sucia. Fue creado
por iniciativa del Comité Eureka!, una organización
no gubernamental que desde su fundación en 1977 se propuso localizar a todos
los desaparecidos políticos en México.
El Comité Eureka! nació
en 1977 por iniciativa de Rosario Ibarra de Piedra, cuando en dicho año, su
hijo Jesús Piedra Ibarra, fue secuestrado por la Dirección Federal de Seguridad
que lo acusaba de ser miembro de la Liga 23 de septiembre.
En aquel entonces el Comité se llamó Comité
Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de
México, y desde su fundación, han dado con el paradero de 148 personas
desaparecidas.
Una pared repleta de fotos de Las Doñas, sobrenombre con el cual se conocía a las
mujeres que conforman el Comité Eureka!
En la primera sala podemos apreciar imágenes, videos y
audios de aquel 2 de octubre, de aquella Plaza de las Tres Culturas que alberga
una parte importante de nuestra memoria política en 1968.
Podemos escuchar las declaraciones del ex presidente
Gustavo Díaz Ordaz, así como hundirnos en la lectura de la carta de un
estudiante desaparecido el 10 de junio de 1971, el día del Halconazo. Un facsímil de dicha carta añade más
melancolía e intriga en el recorrido.
La siguiente sala están, unas viejas televisiones nos
muestran imágenes de los ex presidentes Luis Echeverría y José López Portillo,
fragmentos de películas de Cantinflas y la India María, y un video
institucional que explicaba algunas de las funciones de la extinta Dirección
Federal de Seguridad.
El mensaje es contundente: la visión rosa que los
medios de comunicación de la década de los setenta difundían a miles de
mexicanos.
La siguiente habitación nos transporta a una horrible sala de
interrogatorio, donde la única luz que existe en el cuarto es la que alumbra la
silla negra que se encuentra en medio del cuarto.
Escuchamos las recreaciones de los desgarradores
testimonios de sobrevivientes de la DFS. Una mujer relata cómo fueron
electrocutados sus genitales mientras la amenazaban con lastimar a su familia
si no hablaba.
Pasamos a una sala llena de fotografías de jóvenes
desaparecidos. Decenas de fotografías adornan los muebles típicos de las
familias de clase media de mediados del siglo pasado.
Al seguir el recorrido encontramos pancartas con consignas
políticas, propaganda electoral y algunas fotografías de manifestaciones.
En un pequeño espacio ambientado como un calabozo, hay jaulas
de ratones; en cada una de ellas podemos apreciar la foto de políticos
mexicanos, con traje de penitenciario, y con un cargo ficticio. Entre las
figuras públicas podemos encontrar a Felipe Calderón, Gustavo Díaz Ordaz,
Genaro García Luna, Vicente Fox, Enrique Peña Nieto, entre otros.
Con una exposición fotográfica de los pobladores de San Salvador
Atenco, Estado de México. Se puede ver un video donde se recuerda la
transmisión en vivo, cuando policías federales y habitantes de Atenco se
enfrentaban luego de que se dio la orden de desalojar a los colonos de
dicho municipio para poder construir un nuevo aeropuerto.
El video concluye con la accidentada visita del entonces
candidato a la presidencia, Enrique Peña Nieto, a la Universidad Iberoamericana
en mayo de 2012. Este suceso, y la cobertura que algunos medios le dieron,
propició la creación del movimiento #YoSoy132.
El Museo de la Memoria Indómita alberga más de 30 años de
historia política del país, se sostiene con el apoyo de estudiantes voluntarios
que en sus tiempos libres se encargan de él.
Los integrantes de los grupos nacionales que optación por
modificar las condiciones políticas del país, recurriendo las armas, fueron
también considerados como objetivo de aniquilamiento y destrucción. Diseñados
para capturar, someter, torturar, desaparecer temporal o definitivamente a los detenidos
y, en muchos casos ejecutarlos extrajudicialmente.
Esta forma de exterminio se complementó con otros mecanismos
en los que se tomaban rehenes a familiares y amigos, carios de los cuales
terminaron desaparecidos. O bien, después de torturar y desaparecer
temporalmente a sus víctimas, entregarlos a la autoridad competente con las
confesiones obtenidas por medio de la tortura, para que sirvieran de base e
inculpatorias con las que mantenían detenidos a los que lograban salvarse de la
desaparición permanente.
La policía tenía listas de los fugitivos, que eran los
candidatos a ser desaparecidos mediante los procedimientos señalados, cuando
fueron capturados. Esta política de Estado, de aniquilar a los integrantes de
los grupos disidentes que no pueden controlar, se ejemplifica en los casos
expuestos; sin embargo, es la misma política seguida en contra de los grupos
estudiantes en provincia, de los movimientos sociales que ampliaban su base
social o cobraban visibilidad.
Los crímenes que se imputan a las fuerzas armadas y a las
fuerzas de seguridad tienen que ver;
·
Con
el derecho de guerra
·
Con
las garantías individuales que todo Estado está obligado a salvaguardar aun en
estado de emergencia.
·
Con
los derechos fundamentales establecidos en la Constitución, en el derecho
internacional y en la legislación vigente del país.
Los crímenes que se documentan con testimonios y evidencias
en este trabajo permiten concluir que el Estado mexicano es responsable de
crímenes de esa humanidad.
La opinión pública se enteró de la guerrilla de manera
limitada y distorsionada, con calificativos como el de vulgares delincuentes, o
de los terroristas.
La desaparición es cruel y despiadada, porque el poder del
Estado se sustrae a la víctima de la
sociedad civil a la que pertenece, arrancándola de ella con absoluta privación
de sus derechos, dejándola en total desamparo frente a los actos criminales que
ella ejerce sus captores y torturadores que han sido y son el ejército, la
marina y las policías creadas anti constitucionalmente para este fin.
En México, la lucha por la libertad por los desaparecidos y
por respeto a los derechos humanos emprendida por familiares del comité Eureka.
Ha sido acompañada de aquella represión, por las libertades democráticas y la
solidaridad para las luchas populares.
En esa búsqueda
Rosario se enfrentó a las antesalas, las esperas, las negativas de los
funcionarios, la hipocresía y desamparo de las instituciones legales. Sin
embargo se encontró también con madres con el mismo reclamo: la presentación
con vida de sus hijos.
Aprendizajes:
Se ha iniciado una larga y difícil lucha a pesar de la
desigualdad de la fuerza, cuando nadie se le ocurría que a fundamental la lucha
por los derechos humanos, cuando nadie se organizaba para su defensa, los
familiares de los desaparecidos fuimos el motor de un gran movimiento,
realizando marchas, mítines huelgas de hambre, plantones, bloqueos y acciones
de un gran carga simbólica.
También la necesidad de la democracia frente a un Estado
autoritario, el régimen presidencialista no concede prácticamente un respiro de oposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario